Cada año, y cada vez con mayor premura por parte de los contribuyentes, en las cajas registradoras de la Tesorería General del Estado, en el caso de Nuevo León, o frente a las delegaciones de las administraciones municipales, se dejan ver las figuras de miles de ciudadanos que acuden a pagar su tributo.
En respuesta, en algunos medios de comunicación, los funcionarios agradecen el gesto ciudadano por su contribución, dirigiéndose a los espectadores, si se trata de medios electrónicos o bien a los lectores, en caso de la prensa escrita.
Sin embargo, no todo mundo está muy consciente de la gravedad de sus aportaciones, y en todo caso, de exigir al Estado que esa aportación sea efectiva de alguna forma, ya sea por un servicio bien dado o por obras que le beneficien directamente.
Se sabe que dichas cuotas ayudan al Estado a financiar sus gastos, y en determinados casos, sin esas entradas el Estado no podría operar.
De ahí que surja la necesidad de que contribuyentes y Estado "amarren" bien sus lazos y ofrezcan oportunidades de desarrollo en conjunto, y no unilateralmente, que todos jalen parejo para contribuir al crecimiento del Estado.
La ciudadanía, generalmente, no está muy consciente y en muchas ocasiones no despierta de su letargo, y espera que el Estado le cubra sus necesidades, mientras que los que contribuyen se quedan con la satisfacción de haber cumplido puntualmente, pero no de exigir cambios en su entorno.
Ahora que la seguridad pública está sujeta a reclamos para hacerla efectiva, ¿cuántos de los ciudadanos cumplidos pedirán, al menos, que las autoridades echen mano de sus contribuciones para detener la delincuencia organizada?
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