domingo, 7 de febrero de 2010

Encuentro de talentos

El 10 de febrero se cumplirán cinco años del fallecimiento del dramaturgo estadounidense Arthur Miller, y la esencia de su obra, en la que a través de sus personajes desnuda a toda una sociedad, aún se respira en la actualidad con la puesta en escena de Todos Eran Mis Hijos.
Crítico con el estilo de vida de Estados Unidos, Miller expuso con sus creaciones el carácter de aquellos que viven el llamado "sueño americano", con todas sus fuerzas y debilidades; esa visión lo colocaría a él y su obra como un antiestadounidense y aliado comunista, lo que siempre negó.
Era de esperarse que el elenco de la obra, los magníficos actores Diana Bracho y Fernando Luján, grandes figuras de la actuación mexicana, llamaran la atención del público regiomontano y la respuesta fuera favorable para Ortiz de Pinedo Produciones que apostó a una puesta en escena de gran altura.
Esa noche se formó una larguísima cola de gente que se dejó atrapar por el cartel de talentos en el que también estuvo la guapa de las telenovelas Silvia Navarro; la aglomeración fue tal que hasta provocó un caos en estacionamiento público contiguo al teatro; algunos incautos dejaron sus coches en lugar prohibido.
La sorpresa fue que las casi dos horas de duración de la obra fue tiempo suficiente para que los agentes de Tránsito hicieran actuar las grúas y al día siguiente recaudar ingresos por multas al reglamento, todo por no perderse detalle de una buena obra de teatro que ha recaudado simpatías -hasta ahora tiene 326 fans en facebook- e infinidad de aplausos desde su estreno el 11 de noviembre del año pasado.
Curioso fue constatar que al público que casi llenó la Gran Sala del Teatro de la Ciudad le interesó el tema, muy americano, pero tan humano al mismo tiempo: el secreto de una familia casi perfecta que de tan bien guardado puede llegar a matar cuando menos se espera.
Curioso porque en la cartelera hay otras buenas opciones para ver buen teatro y no tienen la misma respuesta en taquilla, aunque en el reparto se encuentren actorazos de primera línea en escena.
Es que tanto Bracho como Luján son garantía de que en ellos podremos ver cómo encarnar a personajes tan fuertes, pero al mismo tiempo frágiles; sus capacidades histriónicas les permiten establecer una cercanía con el público de principio a fin, como sucede con "Todos Eran Mis Hijos".
Ella se transforma en Kate Keller, la esposa de Joe Keller, una mujer abnegada que sigue en espera del regreso de su hijo desaparecido, al que se le cree muerto; y él, en el duro patriarca de una familia cuya armonía es digna de servir de ejemplo al vecindario, pese a un oscuro pasado que conforme se desarrolla la puesta en escena se verá que no es tan de fiar como parece.
Al lado de ellos, Miguel Pizarro, otro actor de talla grande que hace del Dr. Jim Bayliss, uno de los vecinos que siempre colabora con los Keller hasta el grado de preferir callar sus pensamientos e ideas en torno a ese clan. También participa Osvaldo Benavides en el rol de George Deever, quien funge como catalizador de la trama y es el personaje capaz de desentrañar una historia turbia.
Con un eficaz juego de iluminación y sonido, la historia deja en suspenso a los espectadores que van atando cabos y prefieren aguantar no salir de la sala por casi dos horas hasta saber el desenlace de la puesta.
Al final, la enseñanza que deja la pieza queda en el aire para que los asistentes elijan si se quedan con ella o no, pero mientras se toma la decisión ya han gozado de un afortunado encuentro de talentos que es difícil hallar actualmente. Enhorabuena.